Se sienta en una mesa de la terraza, cara al sol y con sus gafas oscuras y enormes. Su pelo cano y rizado como corona resplandeciente, su tez arrugada y su traje de pasear bien planchado.
"Se trata de la típica ancianita que me pide un poleo" -Pienso.
Me acerco bandeja en mano y sacando la libreta, me dispongo a apuntar y pregunto inocentemente:
-Hola, ¿Qué tomará?
Y es entonces cuando sus labios se abren a cámara lenta y una voz infernal, propia de la niña del exorcista, me dice...
-Un carajillo.
Y cae el mito de la ancianita simpática de voz dulce y bonachona.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario